Cuando se deja de fumar, puede ser conveniente implicar a aquellos con quienes compartimos techo pero con las visitas es diferente.
Si esperas que tus visitantes no fumen en tu casa, deberás haber dejado de fumar en la suya o tendrás que negociar reglas diferentes en función de los distintos lugares. Debes tomar la iniciativa, y el mejor modo de hacerlo es ofrecerse a no fumar en su casa y explicar el porqué.

Cuando introduzcas la prohibición, será bueno tener señales visuales al respecto y hacer desaparecer los ceniceros. Si alguien pide fumar, un buen argumento será "hemos decidido no fumar en casa, así que ¿por qué no sales al patio/terraza y lo haces allí?". Si además decides acompañarle, no suele haber problema. No le mandes fuera solo (al menos al principio) porque esto podría resultar ofensivo.
Descubrirás
que la mayoría de los fumadores se percatarán de las señales y
simplemente saldrán por su cuenta o, al menos, preguntarán.
También
deberás decidir qué hacer cuando alguien no se dé por aludido o cuando
no sea posible ir afuera para fumar (ya sea porque llueva, haga mucho
frío, o lo que sea): en algunos casos, puede resultar más conveniente
dejarles fumar, pero nunca unirse a ellos. Si comentan algo al respecto,
se puede restar importancia diciendo algo como "he decidido no fumar
más aquí dentro, pero tampoco quiero imponer mis ideas a mis amigos".Casi siempre, esto será suficiente para que ellos mismos quieran ir fuera o apagar su cigarro. Si decides enfrentarte a ellos, deberás estar preparado para una desagradable discusión.
Y aunque puede que sea cierto que alguien que no respete tus deseos estando en tu casa quizá no sea un amigo de verdad, las relaciones suelen ser demasiado importantes para nosotros como para ponerlas en riesgo y algunas veces tenemos que aceptar a nuestros amigos tal como son, defectos incluidos.
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